Momento de dar
Su corazón se ha sellado
por cosas del pasado,
no quiere volver a amar
y que la vuelvan a engañar;
Siente de cerca el amor,
más no su tierno calor,
oye voces de un “Me gustas”
pero eso no la inmuta.
Qué guardará en su corazón
que lo convirtió en prisión;
algún tesoro preciado
que al amor ha negado.
Una criatura sensible
convertida en increíble,
pesimista ante la vida,
guerrera pero está herida
y aún estando así no cede
ante aquel que la quiere,
que con paciencia cuida una ilusión
y eleva cada noche a Dios una oración:
“Cada día que pasa sin lograr que me quiera,
Es un día perdido…
¡Oh señor, no permitas por piedad que me muera
Sin que me haya querido!
Porque entonces mi espíritu, con su sed no saciada
Con su anhelo voraz,
Errará dando tumbos por la noche estrellada,
Como pájaro loco, sin alivio ni paz…”
Él sólo me decía
en su sabiduría:
“No intentes entrar en su alma por la fuerza
observa detenidamente y busca la puerta.
No te canses nunca y persiste en darle amor,
que hasta el más duro de los hierros se derrite con calor.
No le exijas, ella no siente igual que tú,
no vayas tan rápido, aplícate lentitud.
Recuerda que en esta vida todo tiene su tiempo.
Ahora da, para recibir ya llegará el momento…”
Yo solo escuchaba
y en nada más pensaba
- Momento de dar…
- Momento de amar…
Y meditando llegué a la conclusión
de que Dios tiene toda la razón.
Texto en cursiva: Sed. Nervo, Amado
por cosas del pasado,
no quiere volver a amar
y que la vuelvan a engañar;
Siente de cerca el amor,
más no su tierno calor,
oye voces de un “Me gustas”
pero eso no la inmuta.
Qué guardará en su corazón
que lo convirtió en prisión;
algún tesoro preciado
que al amor ha negado.
Una criatura sensible
convertida en increíble,
pesimista ante la vida,
guerrera pero está herida
y aún estando así no cede
ante aquel que la quiere,
que con paciencia cuida una ilusión
y eleva cada noche a Dios una oración:
“Cada día que pasa sin lograr que me quiera,
Es un día perdido…
¡Oh señor, no permitas por piedad que me muera
Sin que me haya querido!
Porque entonces mi espíritu, con su sed no saciada
Con su anhelo voraz,
Errará dando tumbos por la noche estrellada,
Como pájaro loco, sin alivio ni paz…”
Él sólo me decía
en su sabiduría:
“No intentes entrar en su alma por la fuerza
observa detenidamente y busca la puerta.
No te canses nunca y persiste en darle amor,
que hasta el más duro de los hierros se derrite con calor.
No le exijas, ella no siente igual que tú,
no vayas tan rápido, aplícate lentitud.
Recuerda que en esta vida todo tiene su tiempo.
Ahora da, para recibir ya llegará el momento…”
Yo solo escuchaba
y en nada más pensaba
- Momento de dar…
- Momento de amar…
Y meditando llegué a la conclusión
de que Dios tiene toda la razón.
Texto en cursiva: Sed. Nervo, Amado
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