Vengo a ti con la última súplica que me queda, ya no he de suplicarle ni a la muerte si me quiere porque ya he vendido todos mis miedos y con el dinero adquirido compré un grito de guerra, una armadura y una espada. Ya no pretendo alegrarte con palabras, las verdades que ahora te digo al despertar ya pueden ser de otro. Hoy sólo sé que toda mi vida es un sueño, un sueño interrumpido en el mejor momento. No añores ser el beso que quite mi letargo sino el negro eterno de placer y descanso. Si puesto que en mi vida lo real es el infierno, no quiero amaneceres, ni soles, ni flores; si acaso una tarde de nubes, preludio nocturno, el estornudo de los vientos y su aliento. Mi última súplica viene iluminada con la última chispa de amor que en mi alma queda. Podría encender todo el mundo con ella y podría soportar cualquier cosa si escuchas las astillas de mi queja. Ha pasado tanto tiempo desde aquello ya y tu voz nunca llegó, hoy ni siquiera tu rostro a lo lejos veo. ...
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