Libélula y Dragón.

A ella la conocí en un lugar donde se va a leer
y donde y suelo dormir,
llevaba un traje blanco y un collar hasta el ombligo;
ademanes de puta francesa
envuelto en piel caribe
y una voz tímida de pausas risueñas.
- Quiero meterme ahí.
Y señaló mi corazón.
- Y yo quiero meterte aquí.
Y señalé mi pantalón.
Tomó mi mano izquierda y la leyó.
- Es posible, pero sólo si se cumple la primera condición.
Inundó mis labios y mi cuello
y yo incendié los suyos y su pecho.
Repetí la canción
y ella me obsequió un "Bonus Track"
La timidez de su boca desapareció.
- Yo soy agua y tú eres fuego.
Sentenció.
- Si seguimos este juego morirá uno de los dos.
Miré el reloj.
- Ha pasado mucho tiempo, ya me voy.
Cuenta hoy la historia que una vez existió
una Libélula que se enamoró de un Dragón.
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