Respiro

A Esdras Misas

Respiro...
El aire que entra en mis pulmones
detiene el impulso del llanto,
apacigua la presión en el pecho,
desenreda mis pensamientos
y abre paso a la palabra.

Es increible como una acción,
que en tiempos de calma es casi mecánica,
puede accionar tantos procesos internos...
Y todo culmina con una sonrisa.

Pero mis lagrimas
son corrientes de aguas
que corren río abajo, sin final.
Las nieves que lo alimentan
son perpetuas y perviven
por el influjo de la soledad,
de la angustia renovada,
de aquel miedo estimulado
por recuerdos nocturnos
de momentos felices...
¡malditos tiempos!

Y otra vez me encuentro
sumergido en la impotencia
y en el desespero estúpido
de aquel que sabe qué hacer
y no encuentra las fuerzas.
Camina a tientas
por un sendero oscuro
que no es más que una pesadilla absurda,
el tomo nº12 de su libro de autotorturas,
el desahogo conciente, que no es tal
puesto que una piedra se interpone
y te tragas todo!
¡maldita piedra!

Vuelvo a respirar
y toses precipitadamente
por el polvo de la piedra destruida
y la saliva te ayuda,
por eso tragas en abundancia.
Y la mirada va en busca
de aquello que no está cerca
incluso de aquello que es invisible
y luego como si lo hubieses encontrado,
como si hubiese aparecido de repente...
Vuelves a sonreir.

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