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Mostrando las entradas de enero, 2011

Poetisa Blanco

A mi hermana Y el tiempo se devolvió y volviste a hacer lo mismo. No hay defecto en caerse pero si hay virtud en saber levantarse. ¿Qué cosas has aprendido? Cuéntame. No se necesita impulso para avanzar si el viento está a tu favor. El silencio me habló de tus noches de dolor. No te culpo por amar y perder, yo no soy intocable pero miraste hacia atrás y has quedado estancada. El cabello motilado... La cola del lagarto que ha sido cortada... El árbol talado... ¡Todo vuelve a crecer! La murala se ve grande si tu te crees pequeña. ¡Recupera ya tus sueños, dales otro sentido! Si al observar tus manos no las hallo vacías ¿Qué haces mendigando? Recupera el boceto de tu vida pasada cuando lo tenías todo y creías no tener nada, conserva lo que cuenta, desecha la maleza... Todo crece, todo avanza y tú estás en la lista.

Primer Amor (Incompleta)

"tengo contra ti que has dejado tu primer amor" Apocalipsis 2:4 He dejado mi primer amor, la esencia de las flores del jardín que cultivé, la espesura del bosque en el patio de atrás, el dulce sonar de la corriente vecina, la libertad inspirada en el vuelo de la mariposa. He dejado de bañarme en los aguaceros, de subirme en el palo a coger mangos, de apreciar los atardeceres en el centro, las telarañas en las ramas de los árboles, la nocturna estela brillante de un cielo despejado. He perdido el miedo a la oscuridad, al vértigo que me producen las alturas, al fastidioso silencio de la soledad, próximamente al vacío del altamar (eso espero), y desde siempre a la cínica muerte.

La Generación Sin Generaciones

El tiempo se quedó en las huellas de nuestros pasos, en aquel cabello que se cortó, en el vino que nuestro estómago no soportó, en la hoja de papel con un poema, con un trazo. En el humo de los cigarrillos, en el vaso arrugado del tinto, en el compañerismo extinto, en la pared de los pasillos. En el piso de la plaza, en el borde de la muralla, en la sala de mi casa, en la arena de la playa. En las obras de las exposiciones, en el sonido mágico de las presentaciones, en las bibliotecas y sus colecciones, en los movimientos de las interpretaciones. En la agonía del sol de un eterno atardecer, en el derramado alcohol, y la decadencia del ser. Esa generación sin generaciones, la que alguna vez alguien osó darle nombre, yace oculta entre nubarrones a donde no llega el ojo del hombre.