24 nov 2009

Fe

Anestesiado, confundido, desesperado, incrédulo…
Buscando neuronas, brújula, consuelo, fe…
En agónico grito de anhelos vestido
con una petición de absoluta confianza en Él.
Inclinando mi oído, ojos cerrados, meditabundo esperé.
El eco de una voz que estremece penetró
el escudo, que creí indestructible, de mi corazón
y ya dentro se expandió en todo mí ser.
Se diluyo en mi sangre y por las venas corrió,
se fusionó con mis sentimientos sujetando mi voluntad,
intuitivamente mi comunión revivió.
Y sólo susurró:
Escucha atento mis palabras.
Más no entendí…

1 comentario:

KALNEM dijo...

Tiempo después meditando en eso, porque sucedio en realidad, entendí lo que Dios me quiso decir aquella tarde.